viernes, 15 de febrero de 2008

Agur, Aurori

Hoy nos han dicho que has muerto, pero no es cierto, sigues viva en cada uno de nosotros porque tu vitalidad y alegría han sido siempre un estímulo para los que tuvimos la suerte de conocerte. Tal vez hayas ido de fiesta a otros lugares, pero hoy nos sentimos un poco más huérfanos.
Como decimos cada año a Marijaia, “volveremos a encontrarnos”.

Hil zarela esan digute, baina ez da egia. Gutariko bakoitzarengan bizirik zaude; zu ezagutzeko aukera izan genuenontzat zure bizipoza eta alaitasuna beti pizgarri izan baitira. Beste lekuren bateko jaietara joan zara agian, baina gaur umezurtzago gaude.
Urtero Marijaiari esaten diogun bezalaxe, "elkartuko gara berriz"


Jon Ander eta Iñaki



Hoy la familia Moskotarrak está muy triste. Nuestra entrañable amiga y compañera de fatigas comparseras, Aurori, se nos ha ido. Discretamente... en silencio. Casi no nos ha dado tiempo ni de despedirnos. Tal y como era ella: humilde y sencilla.Pero a la vez la recordaremos como esa persona alegre, enérgica, infatigable; un manojo de nervios (le llegamos a conocer cariñosamente por “la nervios”, ya que lo suyo era un “no parar un momento”). Muy amiga de todos los que tuvimos la suerte de conocerla y tratar con ella. Como comparsera, su imagen iba unida al estandarte de Moskotarrak. Allí donde iba la Konparsa, allí estaba ella: bajadas de los toros, Carnavales, Aste Nagusia. Precisamente en fiestas, en aquellos interminables turnos de mañana (sus compañeros de turno a lo largo de tantos años sin duda serán los que más noten su ausencia) es donde estaba más en su salsa. Sin olvidar su cariño especial por Aspanovas, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer, a cuyas fiestas acudía siempre con otros amigos en representación de “su Moskotarrak”. Supongo que cuando alguien se va de entre nosotros, especialmente aquellas personas que, de una u otra forma, siempre nos hicieron felices con su buen temperamento y alegría como era el caso de Aurori, es cuando les diríamos lo que no tuvimos el valor de decirles en vida: lo mucho que les hemos querido. Sería una suerte poder tener la capacidad de expresar nuestros buenos sentimientos a los seres queridos... pero en vida. A Aurori la hemos apreciado mucho, aunque no siempre se lo dijéramos. Quizá el mejor homenaje que podemos hacerle para terminar estas líneas es precisamente eso, cerrar los ojos y pensar en las muchas personas que nos rodean y a las que todavía no les hemos dicho lo mucho que les queremos... y hacerlo.Se fue una buena persona. A muchos nos gustaría que pudieran decir eso mismo de nosotros el día que nos vayamos “con la música a otra parte”.

José Mari

1 comentario:

Jon Ander dijo...

Iñaki, como siempre, perfecto. No tengo palabras.